viernes, marzo 16

Martínez Estrada y compañía

La entera obra de Ezequiel Martínez Estrada, pretende ser una reescritura de la historia nacional desde una singular perspectiva que se condensa alrededor de él mismo, alineando en sus libros a numerosos autores clásicos, junto con diversos pensadores que podríamos denominar como contemporáneos.
Sarmiento y Groussac, Freud y Jung, Simmel y Spengler, Goethe y Aristóteles, Toynbee y Ciceron, Borges y Lugones, se pasean por las páginas de éste extemporáneo sociólogo argentino. Cuando un pensador construye su obra lo hace mediante alianzas con otros nombres, a partir de lazos que pueden constituir el armazón de una maquina viviente que delata sus propias referencias en las citas a las que recurre.
Pero justamente el carácter vital de la obra del radiógrafo santafesino, radica en que dicha composición mutila a los autores de referencia en pro de generar su propio pensamiento. Cargado de autores pero singular. La maniobra creativa de Martínez Estrada se asemeja a aquella sodomía filosófica de la que hablaba Gilles Deleuze. El filósofo francés decía que a un autor se lo toma por atrás, y se le hace un hijo irreconocible, un mounstro.
De ahí que podamos decir que el Sarmiento de Rojas no es el mismo que el de Lugones; y por tanto, Estrada erigirá su propio Sarmiento, su propia historia.
Martínez Estrada construye su filosofía de la historia tomándola a ésta por atrás, engendrandole un hijo: irreconocible y singular. Haciendo gala de los más diversos nombres, para sudar historia, para sangrar pensamiento.

No hay comentarios: